Desde siempre recuerdo ver una Montblanc Meisterstück en el despacho de mi padre. Solo la utiliza allí, porque dice que es demasiado importante. El día que cumplí la mayoría de edad me regaló una igual, yo la llevo a todos lados, la valoro muchísimo.
Mi padre era un auténtico fanático de la relojería, siempre buscaba piezas especiales. Cuando falleció me fijé que uno de sus relojes se había parado y lo llevé a cambiar la pila. Hasta entonces yo solo miraba la hora en el móvil, pero desde entonces retomé su pasión y me he dedicado a ampliar nuestra colección.
Los únicos gemelos que tenía cuando me casé eran unos de calaveras, así que los descarté. La mañana antes de mi boda mi padre me sorprendió con los gemelos que habían llevado, tanto él como mi abuelo, el día que se casaron.
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